Inventario: La permanencia de los mismos no garantiza soluciones, caso TuMuni

24 septiembre 2020

Álvaro Arzú Irigoyen fue investido por primera vez como alcalde en 1986. Ganó cinco elecciones y murió de forma súbita el 27 de abril de 2018, con la vara edilicia y un palo de golf en la mano. Su equipo gobierna desde hace 35 años, pero ese tiempo no ha sido suficiente para ordenar la Ciudad de Guatemala.

 

Álvaro Arzú dirigió la municipalidad durante cinco periodos no consecutivos. A su muerte, fue sustituido por Ricardo Quiñonez, ambos en esta fotografía, publicada el 8 de enero de 2018. Foto: Facebook, Álvaro Arzú Irigoyen.

 

Por José Pablo del Águila

 

Álvaro Arzú Irigoyen llegó por primera vez a la municipalidad de Guatemala en 1986, con el comité cívico Plan de Avanzada Nacional (PAN) que en 1989 se convertiría en el partido. Desde entonces su equipo se mantiene en el Palacio de La Loba aunque ahora se llaman unionistas. Y esta permanencia tampoco garantiza que la ciudad crezca de manera ordenada.

Los rezagos se reflejan en la dificultad que implica desplazarse de un punto a otro, en un relleno sanitario desbordado, en un servicio de transporte público deficiente y en la falta de agua en algunas zonas, por citar unos ejemplos. Pero también hay que admitir que los recursos  municipales no son suficientes para prestar atención a una población que duerme en áreas vecinas, pero vive en la capital.

Los más críticos de TuMuni no hablan de un desarrollo municipal, sino de una involución en los servicios públicos y en el ordenamiento territorial. A los simpatizantes del arzuísmo, en cambio, les tranquiliza la continuidad de un mismo movimiento político y resaltan las mejoras ornamentales en la ciudad.

 

Llegar para quedarse

 

El 15 de enero de 1986, 329 alcaldes tomaron posesión de sus cargos bajo las nuevas reglas democráticas. Álvaro Arzú  era uno de ellos. Ya en 1982 había ganado las elecciones municipales con el Partido Nacional Renovador, pero el golpe de Estado alteró sus planes. Cuatro años después, cruzó la puerta de vidrio e ingresó a la municipalidad, y desde entonces ese recinto no ha acogido a otros dirigentes más que a él y a sus vástagos políticos.

Arzú llegó con el comité cívico Plan de Avanzada Nacional. Fungió como alcalde hasta 1990, cuando renunció para participar como candidato presidencial por el Partido de Avanzada Nacional (PAN), agrupación que fundó en 1989 junto a Óscar Berger. Estuvo fuera entre 1991 y 2004, pero las riendas de la corporación edil siguieron en manos panistas: Berger (1991­–2000) y Fritz García-Gallont (2000­–2004).

En 2001 hubo conflictos a lo interno del PAN, y quienes se retiraron fundaron el Partido Unionista que se convirtió en el vehículo electoral de las últimas cinco elecciones municipales. Álvaro Arzú regresó en 2004 como alcalde y como el primer expresidente de la República en ocupar ese cargo. Se mantuvo en él hasta su muerte, el 27 de abril de  2018, cuando tenía 72 años. Lo sustituyó Ricardo Quiñónez, concejal I desde 2008.

Quiñónez fue secretario de Planificación y Programación durante la presidencia de Arzú (1996–2000), de quien era sobrino político. En 2004 entró por primera vez al gobierno municipal como síndico I y en 2019 fue electo alcalde para el periodo 2020–2024. Desde el pasado 15 de enero dirige una corporación de 14 miembros, nueve de ellos unionistas.

 

Los problemas de siempre

 

“Cuando se estudia la historia política de la capital se colisiona con una realidad que va contra toda lógica”, comenta Miguel Castillo, analista de gobiernos locales y profesor universitario. “En la medida en que hay continuidad de un mismo equipo de trabajo, se esperan resultados. Pero el caso de la municipalidad de Guatemala va en contra de lo que dictaría la norma”, reflexiona.

A pesar de estos 35 años de gobierno, TuMuni no logra que los indicadores en servicios públicos le favorezcan. Uno es el de la movilidad dentro de la ciudad. Según datos de la Dirección Urbana de Movilidad, a diario circulan 1.5 millones de vehículos, de los cuales 500 mil provienen de municipios aledaños. Las personas permanecen en su carro entre una y dos horas –si viven en el anillo central­– y más de tres, si radican fuera de la capital. Esto se debe, en parte, a la falta de un transporte público seguro que desestimule el uso del automóvil.

Otro rezago es la gestión de los desechos sólidos. Desde 1996 ya el Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR) de la Universidad de San Carlos advertía, en su estudio La situación de la basura en la Ciudad de Guatemala, que el vertedero de la zona 3 no era sino un “tiradero abierto” con todo tipo de desperdicios como restos humanos provenientes de operaciones quirúrgicas.

El problema se extendió a tal punto que en agosto de 2016 el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) pidió el cierre técnico del relleno sanitario por considerarlo insalubre. Era una llamada de atención a la manera como “estaban haciendo las cosas”, indicó Sidney Samuels, ministro de Ambiente y Recursos Naturales en ese período.

El Censo 2018 registra 243,014 hogares en el municipio,  el 7.74 por ciento de estos no tiene tubería en sus casas. Es decir, 18,833 recurren a fuentes ubicadas a diez o más metros fuera de su vivienda o compran toneles de agua de 200 litros promedio, como ocurre con 4,175 hogares. El precio puede oscilar entre Q10 hasta Q15 por tonel. Según estimaciones del Instituto de Fomento Municipal (Infom), el consumo promedio por persona en el caso urbano puede ser de entre 150 a 200 litros al día.

Ante la escasez de agua, la estrategia de la municipalidad ha sido excavar más pozos, aunque los académicos advierten que la perforación sin control podría afectar el balance hídrico del subsuelo.

 

Vista del basurero de la zona 3 desde el Cementerio. Foto publicada el 29 de mayo de 2017 en Nómada. Crédito: Nómada, Carlos Sebastián.

 

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Con limitaciones

 

“La falta de educación es su problema. Es gente que no está al tanto de cómo se resuelven los problemas en una ciudad moderna, con algunas excepciones”, responde Eduardo Velásquez, investigador del CEUR cuando se le pregunta por qué 35 años no han bastado para que la municipalidad ponga orden.

Velásquez dice que concluyó esto luego de presidir la Comisión Intersectorial del Transporte Urbano entre 1996 y 2004, donde intervenían diversos actores de públicos y de sociedad civil con el fin de solucionar la situación del transporte. Aquí nació la idea del Transmetro inspirado en el modelo colombiano, en 2003, cuenta.

Ahora TuMuni propone la construcción del aerometro y de un tren urbano para aliviar los problemas de tránsito. Pero Gustavo Cosenza, ingeniero experto en planificación de infraestructura ferroviaria, cuestiona la propuesta. “La alcaldía tiene recursos limitados y aun así los desaprovecha en proyectos como estos que no van a solucionar nada porque no cuentan con estudios de respaldo y se usan solo con fines propagandísticos. Para enderezar el rumbo se debe dejar de proponer obras por el simple hecho de que generan réditos políticos”, agrega.

 

Álvaro Arzú irrumpió la conferencia de prensa que ofrecieron los titulares del MP y la CICIG el 5 de octubre de 2017 sobre Byron Lima y su relación con la municipalidad de Guatemala. Foto: Soy502. Jesús Alfonso.

 

Todo yo, todo yo

 

“¿Por qué solo a la municipalidad culpan?”, pregunta Alessandra Gallio, concejal unionista desde 2004, cuando se le cuestiona por la deficiencia en los servicios públicos. “La municipalidad de Guatemala atiende a 3 millones de habitantes todos los días. De estos 1.8 millones provienen de otros municipios. Estas personas gastan agua, usan transporte y tiran basura. Ellos consumen, pero no podemos cobrarles nuestros servicios”, justifica.

En la misma línea responde Fritz García-Gallont, exalcalde entre 2000–2004 y actual asesor municipal. “Con un presupuesto inferior al que maneja la Universidad de San Carlos (Usac) y con poblaciones y necesidades crecientes es difícil mantener las soluciones perfectas a todos”, dice.

Para 2020, la municipalidad de Guatemala tiene presupuestado Q1.8 millardos y la universidad nacional, Q2.5 millardos, según los portales de información pública de cada entidad. La comuna, además, tiene cuatro empresas municipales, cada una con su propio presupuesto.

Enrique Godoy, concejal I entre el 2000­–2008 y alcalde interino, matiza esta postura y aclara que las deficiencias en todos los servicios públicos, desde el agua hasta el transporte, estriban en las dificultades políticas para elevar el cobro de tarifas a una ciudadanía con precariedad económica. El transmetro, por ejemplo, opera con pérdidas. El pasajero paga Q1 por boleto, cuando este debería ser de al menos Q3.50. Recordó las protestas de 2000 originadas por el alza en el pasaje y que derivaron en manifestaciones violentas y cinco personas fallecidas.

Godoy cuenta que para 2007, la municipalidad ya tenía clara la necesidad de subir la tarifa del transporte, pero Arzú se negó a hacerlo si no existía un acuerdo entre todos los sectores, era año electoral. Este reto, agrega, no lo enfrenta únicamente a la capital, sino todos los gobiernos locales del mundo.

 

Este es el concejo municipal 2020-2024 dirigido por Ricardo Quiñonez. Foto: Facebook Municipalidad de Guatemala.

 

Debieron generar acuerdos

 

Miguel Castillo, profesor universitario, reconoce como uno de los principales fallos de la administración Arzú la dificultad que tuvo en el pasado para generar acuerdos con autoridades ediles vecinas. Estas alianzas eran necesarias porque gran parte de la demanda de servicios públicos proviene de habitantes de municipios aledaños, refiere. “La municipalidad de Guatemala se negó a trabajar de forma coordinada con el resto de alcaldes”, recuerda Castillo.

La situación cambió ahora con Ricardo Quiñonez que ganó su primer periodo como alcalde en 2019. Según Gallio, la administración actual está dispuesta a resolver los problemas de forma integrada con las demás autoridades ediles. Prueba de ello es la incorporación a la Mancomunidad del Sur y la creación de la Mancomunidad del Norte.

La concejal reconoce la dificultad que hubo en el pasado para generar acuerdos políticos. “Era otro momento, otro grupo de alcaldes que no compartían la visión de la municipalidad en ese entonces. Pero hoy hay un nuevo grupo”, dice.

En el concejo municipal también se lanzan propuestas de nuevos actores. Lilian Caravantes, concejal electa por la agrupación Semilla, considera que la solución a la deficiencia en los servicios públicos pasa por crear legislación que hasta el momento no existe. “Muchos problemas tienen que ver con marcos legales que no avanzan en el Congreso, como la Ley de Aguas y el reconocimiento de la región metropolitana”, subraya.

Treinta y cinco años, siete alcaldes, doce periodos arzuístas y la ciudad de Guatemala se mantiene en desorden.

Para este reportaje se intentó conversar con el alcalde Ricardo Quiñónez. También se llamó al vocero de la comuna, José Miguel Benítez, y se enviaron mensajes de texto, pero no respondió.

 

 

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Este reportaje forma parte del especial «Inventario de alcaldes 1986-Hoy», puede consultarlo aquí