Gracias al COVID, los vecinos de Xela se percatan de la presencia de migrantes

16 abril 2020

Cada semana arriban entre ocho y diez buses de la frontera terrestre con México, no son procedentes de Estados Unidos.

El estado de calamidad evidenció una rutina semanal de recibir connacionales deportados de México y  trasladados a la cabecera de Quetzaltenango. Foto: Oscar de León.

 

Por Oscar de León

 

El procedimiento era el siguiente: de buses blancos estacionados en La Rotonda de la Marimba, zona 2, de Quetzaltenango, descendían los migrantes y luego cada uno se movilizaba como podía para su casa o departamento. Así, se repetía la misma historia dos o tres veces por semana, la de los retornados de la frontera con México que no lograron llegar a Estados Unidos.

Nadie los notaba hasta que se conoció  del vuelo con migrantes procedentes de Estados Unidos, donde más de la mitad de los pasajeros dieron positivo a COVID-19.

De hecho, el alcalde del municipio, Juan Fernando López, prohibió el 4 de abril el ingreso de los retornados, solo recibía a menores de edad que entregaban a la familia para guardar la cuarentena en sus hogares.

Pero las disposiciones cambiaron. El miércoles 15 de abril recibieron dos buses con 80 migrantes de la frontera El Carmen, San Marcos. Los atendieron en la casa de descanso para trabajadores del Estado, Atanasio Tzul, en la zona 11 de la ciudad altense. Ahí les tomaron la temperatura corporal y sus datos personales para luego remitirlos a su cuarentena desde casa.

 

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Dos de los migrantes escaparon a los controles, lo que puso a los vecinos en alerta, incluso después del toque de queda salieron a buscarlos. Otro grupo manifestó a las puertas de la casa Atanasio Tzul para exigir que no permanecieran en el lugar.

Al final de la tarde el coronel de infantería, Oscar Figueroa, indicó que el ejército proporcionaría camiones y buses para trasladar a los connacionales a sus distintos departamentos.

El director del Área de Salud, Juan Nájera, aseguró que cuando los connacionales ingresan al país son evaluados previo a emprender el viaje de cuatro horas hasta la cabecera de Quetzaltenango donde de nuevo los evalúan. Tras este último filtro los trasladan a sus hogares.