Lo que no funciona en Quetzaltenango contado en tres partes: capítulo I

05 agosto 2019

Para conocer los problemas de Xela tome un bus urbano, compre en los mercados y pregunte sobre el último logro de los sindicatos de la municipalidad. Todo en un día de lluvia y comprobará que algo –o mucho– no está bien en el municipio de Los Altos. Este es el primero de tres capítulos para contar esta historia.

Los días de lluvia en Quetzaltenango son temidos por sus vecinos que la padecen cuando se inunda, y ese es solo uno de sus tres grandes problemas. Fotos: Shirlie Rodríguez.

 

Por Shirlie Rodríguez, Stereo100

 

Atrás quedaron los días de un Quetzaltenango en el imaginario de los guatemaltecos como la segunda ciudad del país. Los jóvenes la recuerdan más por las fotografías y videos en redes sociales que muestran a personas en apuros por salir de sus vehículos porque la creciente de un día de intensa lluvia casi se los lleva. El colapso del sistema de drenajes es preocupación grande para sus vecinos, pero no la única.

Entender los padecimientos de una ciudad de más de 168 mil habitantes requiere abordar tres grandes problemas: los sindicatos, el transporte y los mercados.

Para Otto Vargas, presidente de la junta directiva de la Red Nacional de Grupos Gestores, Xela ya no es la segunda ciudad más importante del país. El Ranking de competitividad municipal que realizó la Fundación de Desarrollo de Guatemala (Fundesa) traslada a este municipio al puesto número 18. “Salcajá y La Esperanza vienen detrás, pero a pasos agigantados porque se está generando infraestructura, economía y productividad, contrario a Xela”. La falta de desarrollo integral y la falta de planificación de las autoridades locales son la razón.

Este recorrido explica por qué ya no es más aquella ciudad importante de Guatemala sino la que se inunda al primer aguacero. Y por qué ni sus mercados ni su transporte se modernizan.

 

Los sindicatos en días de lluvia

 

El sol de la mañana no alcanzó para secar el agua que la tormenta de la noche anterior dejó en las calles y avenidas. El agua sigue estancada. La luz muestra dónde deben trabajar las cuadrillas de limpieza de la municipalidad, lo inundado. En los pasillos de la municipalidad Luis Grijalva, el alcalde, toma su celular para asegurarse personalmente de movilizar a los trabajadores de botas de hule, palas y cuanta herramienta sea útil para destapar drenajes.

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Del otro lado del teléfono el jefe de los Trabajos de Campo se disculpa por no atender la emergencia, es que tiene un partido de fútbol. Para que quede claro que no irá le recuerda al jefe edil que “está avalado por el pacto colectivo”. El documento obtenido a través de la oficina de Información Pública, en su artículo 20, reza “la municipalidad aceptará la participación y funcionamiento de las comisiones nombradas por la Asamblea General para la realización de actividades de orden sindical, cultural y deportivo”. Especifica que estas actividades serán en horario de trabajo y con goce de salario.

Mario Solís, director de Recursos Humanos de la Municipalidad de Quetzaltenango menciona que está vigente el Pacto Colectivo que firmaron en la última gestión con el exalcalde Jorge Rolando Barrientos Pellecer. Si este no se renueva, queda vigente el actual. “No se hizo un nuevo Pacto, pero hemos avanzado en algunos puntos como las sanciones que se imponen a los trabajadores, antes no existían registros”, se resigna Solís.

Barrientos Pellecer durante sus tres períodos al frente de la municipalidad fue conocido por su complacencia hacia este grupo. Actualmente es acusado de delitos como lavado de dinero, asociación ilícita y fraude por actos de corrupción en la comuna, está ligado a proceso penal y tuvo que pagar Q1 millón para obtener medidas sustitutivas.

Hace cuatro años Grijalva prometió en campaña que su principal objetivo sería “ordenar la casa”. Aquellos empleados cuyo desempeño no era el esperado serían despedidos, pero el sindicato emplazó a la comuna y se quedó con los mismos empleados con que empezó y terminará su gestión en unos meses.

Para el concejal Gerardo Yarzebsky el sindicato de trabajadores es una estructura incrustada dentro de la comuna que defiende a empleados que tienen un mal desempeño en sus labores. “Es un tema álgido, ellos (los sindicatos) están para proteger al trabajador, pero hay casos donde empleados vienen en estado de ebriedad y se demuestran los hechos de corrupción y el sindicato los defiende”, sustenta. Yarzebsky entró con la planilla de Grijalva con el partido Encuentro por Guatemala, a los pocos meses de asumir se convirtió en su oposición.

De los 1 mil 200 empleado en la municipalidad el 50 por ciento está afiliado a uno de los dos sindicatos de la comuna:

1. Sindicato de trabajadores municipales y de la Empresa Eléctrica Municipal de Quetzaltenango (EEMQ).

2. Sindicato de trabajadores Unidos de la Municipalidad y de la EEMQ.

Cada año paralizan labores para forzar a las autoridades de turno a que aprueben aumentos salariales de Q100 a Q400. En 2018 el incremento significó Q275 mil más mensuales en su planilla. Este año no es la excepción, trabajadores de la EEMQ piden un aumento de Q700 por trabajador.

Auditoría Interna encontró en mayo de este año anomalías en el departamento a cargo de recibir el pago de IUSI, evidenció malas prácticas de trabajadores. La muni busca accionar legalmente y el sindicato evitar sanciones para sus afiliados.

Grijalva fue incapaz de hacer las reformas necesarias, señala Yarzebsky, los sindicatos le ganaron el pulso.

Los días de lluvia afectan a los vecinos de varias zonas, y así será mientras un pacto colectivo priorice un partido de fútbol ante una ciudad inundada.

 

LEE ACÁ LA SEGUNDA PARTE: El servicio de buses en Quetzaltenango está en manos de pandillas